jueves, 22 de marzo de 2018

FÁBULAS: EL PERRO

LOS DOS PERROS

Un hombre tenía dos perros. Uno cazador y otro guardián. Cuando salía de cacería iba con el de caza, y al regresar le regalaba un pedazo de la presa al perro guardián. Descontento por esto el perro de caza lanzó a su compañero algunos reproches: que sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que el otro perro, sin hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.
El perro guardián le contestó:
—¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a trabajar, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno!

MORALEJA:
Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para afrontar tu futuro, y esfuérzate en aprenderlo correctamente.


LOS PERROS HAMBRIENTOS

Unos perros hambrientos vieron en el fondo de un arroyo unas pieles que estaban puestas para limpiarlas; pero debido al agua que se interponía no podían alcanzarlas, decidieron beberse primero el agua para así llegar fácilmente a las pieles.
Pero sucedió que de tanto beber y beber, reventaron antes de llegar a las pieles.

MORALEJA:
Ten siempre cuidado con los caminos rápidos, pues no siempre son los más seguros.


EL PERRO Y EL COCINERO

Preparó un hombre una cena en honor de uno de sus amigos y de sus familiares. Y su perro invitó también a otro perro amigo.
—Ven a cenar a mi casa conmigo —le dijo.
Y llegó el perro invitado lleno de alegría. Se detuvo a contemplar el gran festín, diciéndose a sí mismo:
—¡Qué suerte tan inesperada! Tendré comida para hartarme y no pasaré hambre por varios días.
Estando en estos pensamientos, meneaba el rabo como gran viejo amigo de confianza. Pero al verlo el cocinero moviéndose alegremente de allá para acá, lo cogió de las patas y sin pensarlo más, lo arrojó por la ventana.
El perro se volvió lanzando grandes alaridos, y encontrándose en el camino con otros perros, estos le preguntaron:
— ¿Cuánto has comido en la fiesta, amigo?
—De tanto beber, —contestó— tanto me he embriagado, que ya ni siquiera sé por dónde he salido.

MORALEJA:
No te confíes de la generosidad que otros prodigan con lo que no les pertenece.


EL PERRO DE PELEA Y LOS PERROS SENCILLOS

Un perro había sido muy bien alimentado en una casa y fue adiestrado para luchar contra las fieras.
Un día, al ver un gran número de ellas colocadas en fila, rompió el collar que le sujetaba y rápidamente echó a correr por las calles del pueblo. Lo vieron pasar otros perros, y viendo que era fuerte como un toro, le preguntaron:
—¿Por qué corres de esa manera?
—Sé que vivo en la abundancia, sin hambres, con mi estómago siempre satisfecho, pero también siempre estoy cerca de la muerte combatiendo a esos osos y leones —respondió.
Entonces los otros perros comentaron:
—Nuestra vida es en verdad pobre, pero más bella, sin tener que pensar en combatir con leones ni osos.

MORALEJA:
Las grandes ganancias, siempre van acompañadas de grandes riesgos.


EL PERRO, EL GALLO Y LA ZORRA

Cierta vez un perro y un gallo se unieron en sociedad para recorrer el mundo. Llegada una noche, el gallo subió a un árbol y el perro se recostó al pie del tronco.
Y como era su costumbre, cantó el gallo antes del amanecer.
Oyó su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le rogó que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita voz.
Le replicó entonces el gallo que por favor, primero despertara al portero que estaba durmiendo al pie del árbol.
Y entonces el perro, cuando la zorra buscaba como establecer conversación con el portero, le saltó encima descuartizándola.

MORALEJA:
Es inteligente actitud, cuando encontramos un enemigo poderoso, encaminarlo a que busque a otros más fuertes que nosotros.


EL PERRO Y LA ALMEJA

Un perro de esos acostumbrados a comer huevos, al ver una almeja, no lo pensó dos veces, y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas, se sintió muy mal y se dijo:
— Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.

MORALEJA:
Nunca tomes un asunto sin antes reflexionar, para no entrar luego en extrañas dificultades.


EL PERRO Y LA LIEBRE

Un perro de caza atrapó un día a una liebre, y a ratos la mordía y a ratos le lamía el hocico. Cansada la liebre de esa cambiante actitud le dijo:
—¡Deja ya de morderme o de besarme, para saber yo si eres mi amigo o si eres mi enemigo!

MORALEJA:
Sé siempre consistente en tus principios.


EL PERRO Y SU REFLEJO EN EL RÍO

Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne.
Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo.
Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre.
Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.

MORALEJA:
Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo.


EL PERRO Y EL CARNICERO

Penetró un perro en una carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogió un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero, y viéndole huir, y sin poder hacer ya nada, exclamó:
—¡Oye amigo! allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte!

MORALEJA:
No esperes a que suceda un accidente para pensar en cómo evitarlo.


EL PERRO CON CAMPANILLA

Había un perro que acostumbraba morder sin razón.
Le puso su amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:
—¿De qué presumes tanto, amigo? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu maldad oculta.

MORALEJA:
Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos.


EL PERRO QUE PERSEGUÍA AL LEÓN

Un perro de caza se encontró con un león y partió en su persecución. Pero el león se volvió rugiendo, y el perro, todo atemorizado, retrocedió rápidamente por el mismo camino. Le vio una zorra y le dijo:
—¡Perro infeliz! ¡Primero perseguías al león y ya ni siquiera soportas sus rugidos!

MORALEJA:
Cuando entres a una empresa, mantente siempre listo a afrontar imprevistos que no te imaginabas.


EL PERRO Y LA CORNEJA

Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
—¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Entonces replicó la corneja:
—Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien su indisposición conmigo y deseo su reconciliación.

MORALEJA:
Si deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor intensidad.






FÁBULAS: EL LEÓN

EL LEÓN Y EL BOYERO

Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus que sacrificaría un cabrito en su honor si descubría quién se lo había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un león comiéndose al ternero.
Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
—¡Oh, grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte un cabrito si encontraba al ladrón; pero ahora te prometo sacrificar un toro si consigo no caer en las garras del ladrón!

MORALEJA:
Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez puede convertirse en el siguiente problema.


EL LEÓN Y LOS TRES BUEYES

Pastaban juntos siempre tres bueyes. Un león quería devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impedían hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo ponía en desventaja.
Entonces con astucia recurrió a enojarlos entre sí con pérfidas patrañas, separándolos a unos de los otros. Y así, al no estar ya unidos, los devoró tranquilamente, uno a uno.

MORALEJA:
Si permites que deshagan tu unidad con los tuyos, más fácil será que te dañen.


EL LEÓN Y EL MOSQUITO VOLADOR

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:
—No te temo, y además, no eres más fuerte que yo. Si crees lo contrario, demuéstramelo.
¿Qué arañas con tus garras y muerdes con tus dientes? ¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón! Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a un combate.
Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.
El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña. Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba que él, que luchaba contra los más poderosos y vencía, fuese a perecer a manos de un insignificante animal, la araña.

MORALEJA:
No importa lo grandes que sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.


EL BUEN REY LEÓN

Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena criatura, que llegó a ser el rey.
La tímida liebre dijo entonces:
—He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes.
E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.

MORALEJA:
Cuando en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir tranquilos..., pero no deben atenerse.


EL LEÓN APRESADO POR EL LABRADOR

Entró un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo cogerlo, cerró la puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los carneros y luego a los bueyes.
Entonces el labrador, temiendo por su propia vida, abrió la puerta.
Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo:
—Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado de encerrar a una fiera que más bien debías de mantener alejada?

MORALEJA:
Si te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo contrario saldrás malherido de la contienda.


EL LEÓN ENAMORADO DE LA HIJA DEL LABRADOR

Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.
Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba.
Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistir, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición: que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija.
El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes.

MORALEJA:
Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.


EL LEÓN Y LA LIEBRE

Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huida.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que también había huido para ponerse a salvo.
Entonces se dijo el león:
—Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.

MORALEJA:
Si tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando busques uno mayor, no abandones el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas realmente en tus manos el mayor.


EL LEÓN Y EL JABALÍ

Durante el verano, cuando con el calor aumenta la sed, acudieron a beber a una misma fuente un león y un jabalí.
Discutieron sobre quien debería sería el primero en beber, y de la discusión pasaron a una feroz lucha a muerte.
Pero, en un momento de descanso, vieron una nube de aves rapaces en espera de algún vencido para devorarlo.
Entonces, recapacitando, se dijeron:
— ¡Más vale que seamos amigos y no pasto de los buitres y cuervos!

MORALEJA:
Las luchas inútiles sólo sirven para enriquecer y alimentar a sus espectadores.


EL LEÓN Y EL DELFÍN

Paseaba un león por una playa y vio a un delfín asomar su cabeza fuera del agua.
Le propuso entonces una alianza:
—Nos conviene unirnos a ambos, siendo tú el rey de los animales del mar y yo el de los terrestres —le dijo.
Aceptó gustoso el delfín. Y el león, quien desde hacía tiempo se hallaba en guerra contra un loro salvaje, llamó al delfín a que le ayudara. Intentó el delfín salir del agua, mas no lo consiguió, por lo que el león lo acusó de traidor.
—¡No soy yo el culpable ni a quien debes acusar, sino a la Naturaleza —respondió el delfín—, porque ella es quien me hizo acuático y no me permite pasar a la tierra!

MORALEJA:
Cuando busques alianzas, fíjate que tus aliados estén en verdad capacitados de unirte a ti en lo pactado.


EL LEÓN, LA ZORRA Y EL LOBO

Cansado y viejo el rey león se quedó enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra, lo fueron a visitar. Aprovechando la ocasión de la visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo siguiente:
—Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por su salud.
En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:
—Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial servicio como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin?
—¿Y cuál es ese remedio?, dímelo inmediatamente. —Ordenó el león.
—Debes sacrificar a un lobo y ponerte su piel como abrigo —respondió la zorra.
Inmediatamente el lobo fue condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó:
—Al patrón no hay que llevarlo hacia el rencor, sino hacia la benevolencia.

MORALEJA:
Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.


EL LEÓN Y EL ASNO INGENUO

Se juntaron el león y el asno para cazar animales salvajes. El león utilizaba su fuerza y el asno las coces de sus pies. Una vez que acumularon cierto número de piezas, el león las dividió en tres partes y le dijo al asno:
—La primera me pertenece por ser el rey; la segunda también es mía por ser tu socio, y sobre la tercera, mejor te vas largando si no quieres que te vaya como a las presas.

MORALEJA:
Para que no te pase como al asno, cuando te asocies, hazlo con socios de igual poder que tú, no con otros todopoderosos.


EL LEÓN Y EL ASNO PRESUNTUOSO

De nuevo se hicieron amigos el ingenuo asno y el león para salir de caza. Llegaron a una cueva donde se refugiaban unas cabras monteses, y el león se quedó a guardar la salida, mientras el asno ingresaba a la cueva coceando y rebuznando, para hacer salir a las cabras.
Una vez terminada la acción, salió el asno de la cueva y le preguntó si no le había parecido excelente su actuación al haber luchado con tanta bravura para expulsar a las cabras.
—¡Oh sí, soberbia —repuso el león, que hasta yo mismo me hubiera asustado si no supiera de quién se trataba!

MORALEJA:
Si te alabas a ti mismo, serás simplemente objeto de la burla, sobre todo de los que mejor te conocen.


EL LEÓN Y EL RATÓN

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león se echó a reír y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y con sus afilados dientes empezó a roer la cuerda, dejándolo libre.
—Días atrás — le dijo —, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.

MORALEJA:
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.


EL LEÓN, LA ZORRA Y EL ASNO

El león, la zorra y el siempre ingenuo asno se asociaron para ir de caza.
Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que repartiera entre los tres el botín. Hizo el asno tres partes iguales y le pidió al león que escogiera la suya. Indignado por haber hecho las tres partes iguales, saltó sobre él y lo devoró.
Entonces pidió a la zorra que fuera ella quien repartiera.
La zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas piltrafas. Llamó al león para que escogiera de nuevo.
Al ver aquello, le preguntó el león que quién le había enseñado a repartir tan bien.
— ¡Pues el asno, señor, el asno!

MORALEJA:
Siempre es bueno no despreciar el error ajeno y aprender de él.


EL LEÓN Y EL TORO

Pensando el león como capturar un toro muy corpulento, decidió utilizar la astucia. Le dijo al toro que había sacrificado un carnero y que lo invitaba a compartirlo. Su plan era atacarlo cuando se hubiera echado junto a la mesa.
Llegó al sitio el toro, pero viendo sólo grandes fuentes y asadores y ni asomo de carnero, se largó sin decir una palabra.
Le reclamó el león que por qué se marchaba así, pues nada le había hecho.
— Sí que hay motivo —respondió el toro—, pues todos los preparativos que has hecho no son para el cuerpo de un carnero, sino para el de un toro.

MORALEJA:
Observa y analiza siempre con cuidado tu alrededor y así estarás mejor protegido de los peligros.


EL LEÓN Y EL CIERVO

Estaba un león muy furioso, rugiendo y gritando sin ninguna razón.
Lo vio un ciervo a prudente distancia y exclamó:
—¡Desdichados de nosotros, los demás animales del bosque, si cuando el león estaba sosegado nos era tan insoportable, ¿de qué no será capaz estando en la forma que está ahora?

MORALEJA:
Cuidémonos de no dar nunca poder a los irascibles y dañinos, pues si ya sin motivo nos dañan, más lo harán si por cualquier causa se sienten inconformes.


EL LEÓN, LA ZORRA Y EL RATÓN

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratoncillo se puso a correr sobre su cuerpo.
Se despertó el león, y se movió en todas direcciones buscando a ver quién era el intruso que le molestaba.
Lo observaba una zorra, y le criticó por creer que tenía miedo de un simple ratoncillo, siendo él todo un señor león.
— No es miedo del ratoncillo — dijo el león—, sino que me sorprendió que hubiera un animal que tuviera el valor de pisotear el cuerpo de un león dormido.

MORALEJA:
Nunca dejes de cuidarte hasta de las más pequeñas cosas, por ínfimas que sean.







jueves, 15 de marzo de 2018

FÁBULAS: EL LOBO

LOS LOBOS Y LOS CARNEROS

Intentaban los lobos sorprender a un rebaño de carneros. Pero gracias a los perros guardianes, no podían conseguirlo. Entonces decidieron emplear su astucia. Enviaron unos delegados a los carneros para pedirles que les entregaran a sus perros diciéndoles:
—Los perros son los causantes de que haya enemistad entre ustedes y nosotros. Sólo tienen que entregárnoslos y la paz reinará entre nosotros.
Y los ingenuos carneros, sin sospechar lo que sucedería, les entregaron los perros, y los lobos, ya libres de los perros, se apoderaron sin problemas del rebaño.

MORALEJA:
Nunca le entregues a los enemigos, a los que te dan apoyo y protección.


LOS LOBOS, LOS CARNEROS Y EL CARNERO MAYOR

Enviaron los lobos una representación a un rebaño de carneros, prometiéndoles hacer una paz permanente si les entregaban a los perros. Los carneros aceptaron hacerlo, exceptuando a un viejo carnero padre que les reclamó a los lobos:
—¿Cómo les voy a creer y vivir con ustedes, si ahora mismo, aún con el cuido de los perros no puedo pacer con tranquilidad?

MORALEJA:
Nunca te desprendas de lo que es primordial para tu propia seguridad.


EL LOBO, ORGULLOSO DE SU SOMBRA, Y EL LEÓN

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se pone en el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:
—¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!
Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y empezó a devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión se dijo:
— La presunción es causa de mi desgracia.

MORALEJA:
Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven tus ojos, pues fácilmente te engañarás.


EL LOBO Y EL CORDERO EN EL ARROYO

Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo e imaginó un simple pretexto a fin de devorarlo. Así, aun estando él más arriba en el curso del arroyo, le acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y le respondió el cordero:
—Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba.
Viéndose el lobo descubierto, insistió: — El año pasado injuriaste a mis padres.
—¡Pero en ese entonces ni siquiera había nacido yo! —contestó el cordero.
Dijo entonces el lobo:
—Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir; serás mi cena.

MORALEJA:
Para quien hacer el mal es su profesión, de nada valen argumentos para no hacerlo. No te acerques nunca donde los malvados.


EL LOBO Y EL CORDERO EN EL TEMPLO

Dándose cuenta de que era perseguido por un lobo, un corderito decidió refugiarse en un templo cercano.
Lo llamó el lobo y le dijo que si el sacrificador lo encontraba allí dentro, lo inmolaría a su dios.
—¡Mejor así! —replicó el cordero— prefiero ser víctima para un dios a tener que perecer en tus colmillos.

MORALEJA:
Si sin remedio vamos a ser sacrificados, más nos vale que sea con el mayor honor.


EL LOBO Y LA CABRA

Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a donde estaba ella le dijo:
—Oye amiga, mejor baja pues te puedes caer. Además, este prado donde estoy, está verde y crecido. —Pero la cabra le dijo:
—Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a ti mismo, siendo yo tu plato.

MORALEJA:
Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.



EL LOBO, LA NANA Y EL NIÑO

Se hallaba hambriento un lobo y vagaba en busca de su comida. Llegó a una choza y oyó a un niño que lloraba y a su nana que le decía:
—No llores, mi niño, porque te llevo donde el lobo.
Creyendo el lobo aquellas palabras, se quedó esperando por mucho tiempo. Y llegada la noche, la nana, cuando arrullaba al niño le cantaba:
— Si viene el lobo, lo mataremos.
Al oír el lobo las nuevas palabras, siguió su camino meditando:
—En esta casa dicen primero una cosa y después quieren hacer otra muy diferente.

MORALEJA:
Más importante que las palabras son los actos de amor verdadero.



EL LOBO Y LA GRULLA

Un lobo comía un hueso cuando de pronto se le atragantó en la garganta, entonces empezó a correr por todas partes en busca de auxilio.
Encontró en su correr a una grulla y le pidió que le salvara de aquella situación, diciendo que le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su cabeza en la boca del lobo y con su pico sacó de la garganta el hueso atravesado. Pidió entonces la paga convenida.
—Oye amiga —dijo el lobo— ¿No crees que es suficiente paga con haber sacado tu cabeza sana y salva de mi boca?

MORALEJA:
Nunca hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga tendrías si te dejan sano y salvo.



EL LOBO Y EL CABALLO

Pasaba un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su gusto siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al campo, comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que en vez de comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el ruido de sus dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso:
—¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras preferido complacer a tus oídos sino a tu estómago!

MORALEJA:
A todo malvado, aunque parezca actuar como bueno, no se le debe creer.



EL LOBO Y EL ASNO

Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a otros en épocas de hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus orejas le dijo:
—Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿por qué has escondido todo tu botín en tu cueva? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has decretado.
El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.

MORALEJA:
Si alguna vez llegas a tener poder de legislar, sé el primero en cumplir tus propias leyes.



EL LOBO Y EL LEÓN

Cierta vez un lobo, después de capturar a un carnero en un rebaño, lo arrastraba a su guarida. Pero un león que lo observaba, salió a su paso y se lo arrebató.
Molesto el lobo, guardando cierta distancia, le reclamó:
—¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!
El león, riéndose, le dijo:
—Ajá, seguro me vas a decir que tú lo recibiste buenamente de un amigo.

MORALEJA:
Lo que ha sido mal habido, de alguna forma llegará a ser perdido.



EL LOBO Y EL PERRO

Se encontró un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y le preguntó:
—¿Quién te ha encadenado y quién te ha alimentado de esa forma?
—Mi amo, el cazador —respondió el perro.
—¡Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de hambre a tener que cargar tan pesado collar.

MORALEJA:
Vale más el duro trabajo en libertad, que el placer en esclavitud.



EL LOBO Y EL PASTOR

Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas pero sin hacerles daño. Al principio el pastor lo observaba y tenía cuidado de él como un enemigo. Pero como el lobo le seguía y en ningún momento intentó robo alguno, llegó a pensar el pastor que más bien tenía un guardián de aliado.
Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó.
El lobo, al ver llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio todo lo sucedido exclamó:
—Bien merecido lo tengo; porque ¿De dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?

MORALEJA:
Nunca dejes tus valores al alcance de los codiciosos, no importa su inocente apariencia.



EL LOBO HARTO Y LA OVEJA

Un lobo hartado de comida y sin hambre, vio a una oveja tendida en el suelo. Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le acercó, y tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.
Le dijo entonces la oveja que la primera es que preferiría no haberle encontrado; la segunda, que como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo ciego; y por tercera verdad le dijo:
—¡Ojalá, todos los lobos malvados murieran de mala muerte, ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!
Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja.

MORALEJA:
Camina siempre soportado en la verdad y ella te abrirá los caminos del éxito, aún entre adversarios.



EL LOBO HERIDO Y LA OVEJA

Un lobo que había sido mordido por unos perros, yacía en el suelo todo malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida en esa situación, pidió a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco de agua del cercano río.
—Si me traes agua para beber —le dijo—, yo mismo me encargaré de mi comida.
—Si te llevo agua para beber —respondió la oveja—, yo misma asistiré a tu cena.

MORALEJA:
Prevé siempre el verdadero fondo de las aparentemente inocentes propuestas de los malhechores.



EL LOBO Y EL LABRADOR

Llevó un labrador su yunta de bueyes al abrevadero. Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de comida.
Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.
Al regresar el labrador y viéndolo en esta actividad le dijo:
—¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te has unido a trabajar honradamente la tierra!

MORALEJA:
A veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su naturaleza siempre los delata.



EL LOBO Y EL CABRITO ENCERRADO

Protegido por la seguridad del corral de una casa, un cabrito vio pasar a un lobo y comenzó a insultarle, burlándose ampliamente de él. El lobo, serenamente le replicó:
—¡Infeliz! Sé que no eres tú quien me está insultando, sino el sitio en que te encuentras.

MORALEJA:
Muy a menudo, no es el valor, sino la ocasión y el lugar, quienes proveen el enfrentamiento arrogante ante los poderosos.



EL LOBO FLAUTISTA Y EL CABRITO

Un cabrito se rezagó en el rebaño y fue alcanzado por un lobo que lo perseguía. Se volvió hacia éste y le dijo:
—Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez.
Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y salieron a perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:
— Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo yo cazador, no debí meterme a flautista.

MORALEJA:
Cuando vayas a efectuar una nueva actividad, antes ten en cuenta tus capacidades y las circunstancias, para valorar si puedes salir adelante.







martes, 13 de marzo de 2018

MINIBEASTS (4º PRIMARIA)

Y ahora, después de los trabajos de la vida en el océano de 5º de primaria, los chicos y chicas de 4º de primaria han 'creado' para la clase de inglés sus particulares MINIBEASTS.
Los chicos y chicas del primer tramo también han hecho unos dibujos estupendos.