ALADÍN Y EL MAGO (Cuento libanés)
Érase una vez un mago que vivía en África y que se fue a
la China a buscar una lámpara.
El mago sabía que la lámpara estaba escondida en un
campo dentro de un hoyo, pero éste era muy pequeño y el
mago era un hombre grande, por lo que no cabía y no sabía
cómo coger la lámpara.
Había una mujer pobre que vivía en una choza cerca del
campo que tenía un hijo llamado Aladín. Un día, Aladín
salió de la choza para ir a recoger flores al campo. El mago
al verlo lo llamó:
- ¡Chico, chico! Por lo que Aladín contestó:
- ¿Quién es? El mago le dijo:
- Ven aquí, yo te puedo dar mucho oro.
Y Aladín le preguntó:
- ¿Pero quién eres? ¿Qué tengo que hacer?
- Entra a ese hoyo hasta llegar a lo más profundo. Ahí
encontrarás una pequeña lámpara, tómala y me la traes. - le
indicó el mago: - Yo sé que está ahí.
Aladín aceptó diciendo:
- Muy bien, iré.
El mago le dio un anillo explicándole:
- Llévate este anillo. Hay gigantes
en ese hoyo que querrán matarte,
pero si tienes este anillo no podrán
hacerlo. El anillo te salvará de los
gigantes.
Él se llevó el anillo consigo.
El mago acompañó a Aladín al hoyo para abrirle la puerta.
Aladín entró al mismo y bajó hasta lo más profundo del
hoyo. Llegó a otro campo donde había muchos árboles.
Los árboles no tenían flores sino que colgaban joyas de
ellos. En eso, vio la lámpara a los pies de un gran árbol, la
tomó y regresó donde el mago.
Al llegar a la puerta para salir del hoyo, ésta estaba cerrada.
La golpeó con la mano y el mago la abrió solamente un
poco diciendo:
- ¡Dame la lámpara!
Aladín le dijo:
- Abre la puerta y déjame salir, entonces te daré la lámpara.
- No, dame la lámpara y entonces te abro la puerta- le contestó
el mago.
Y Aladín le dijo que no.
Entonces el mago cerró la puerta y se fue
de regreso al Africa.
La puerta estaba cerrada con llave y
Aladín no podía abrirla para salir del hoyo.
Pronto le dio hambre y sed, por lo que
regresó al campo donde estaban los árboles,
pero no encontró ni agua, ni comida,
ni vio a nadie.
Estuvo ahí durante tres días, por lo que
se enfermó y pensaba
- Me voy a morir. No
tengo agua, ni comida y no puedo salir.
Cansado se sentó al pie de uno de los
árboles con joyas y dijo:
- Me voy a morir y
ni este anillo me salvará.
Frotó el anillo
con su mano y de repente un gigante apareció
frente a él. Aladín extrañado exclamó:
- ¿Pero tu quién
eres? ¿Cuándo has venido? ¿Cómo has venido aquí?
El gigante le dijo:
- Ves ese anillo en tu mano? Yo soy el
Gigante del Anillo. Cuando lo frotas, vengo y hago lo que tu
me pidas.
- Quiero que me lleves a mi casa- le ordenó Aladín -
Llévame a mi casa!
El gigante se lo llevó a la casa de su madre. Ella estaba
en la puerta de la casa, pero no vio al gigante. Muy preocupada
le preguntó:
- ¿Dónde has estado? No has venido a casa por tres días! ¿Has comido? No tenemos ni un pedazo
de pan en casa.
- Yo tampoco tengo comida, pero tengo esta lámpara.
Podemos venderla y con el dinero podemos comprar un poco
de comida. - le contestó Aladín.
La madre tomó la lámpara y pensó:
- No obtendremos
mucho dinero por una lámpara llena de polvo, la frotaré un
poco.
Al frotarla un gigante salió flotando frente a ella.
Era tan grande el gigante que la madre de Aladín no sabía
qué hacer, por lo que Aladín le preguntó:
- ¿Quién eres?
El gigante le dijo:
- Soy el Gigante de la Lámpara, cuando
la frotas, vengo y hago que se cumplan tus deseos.
- Quiero comida, no tenemos nada para comer, dános algo
para comer!- le pidió Aladín.
E inmediatamente el gigante llenó la mesa de comida y
Aladín y su madre comieron. Al terminar la madre de
Aladín dijo:
- Vamos a salir - y
bajaron por la calle.
La princesa Badrul venía
cabalgando por la misma calle,
cuando Aladín la vio. Corrió de
vuelta a casa, tomó la lámpara y la
frotó. El gigante salió de nuevo y Aladín
le ordenó:
- Quiero casarme con la princesa
Badrul a quien vi en la calle. Dame una gran
casa y mucho dinero.
Inmediatamente él y su madre aparecieron en una gran
casa hecha toda de oro. Entonces le escribió al rey:
“Quiero
casarme con la princesa Badrul a quien vi en la calle”. Envió
también mucho dinero y muchas joyas con la nota.
Cuando el rey vio el oro y las joyas, se puso muy contento
y pensó:
- “Este hombre tiene mucho dinero, puede casarse
con la princesa Badrul”.
Aladín se casó entonces con la princesa Badrul y vivieron
en la casa de oro.
Al mago que estaba en el África, un día le dijo un hombre
que pasaba:
- “He estado en China y un hombre llamado
Aladín se ha casado con la princesa Badrul. Era un hombre
pobre pero se convirtió en rico”.
El mago volvió a China y vio a Aladín. Fue al castillo y
cambió la lámpara mágica por una ordinaria.
Cuando Aladín regresó a su casa, ésta ya no estaba, por lo
que llamó al Gigante del Anillo. Este le contó que
el mago se había llevado la casa y la lámpara, por
lo que Aladín y el Gigante del Anillo se fueron al África.
Se llevaron la lámpara y la casa de oro de vuelta
y vivieron muy felices por el resto de sus días. Y
cuando el rey murió, Aladín heredó el trono del rey.