jueves, 1 de febrero de 2018

FÁBULAS: LA ZORRA

LAS ZORRAS A ORILLAS DEL RÍO MEANDRO


Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se animaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar al río.
Al fin una de ellas habló, y queriendo humillar a las demás, se burlaba de su cobardía presumiendo ser ella la más valiente. Así que saltó al agua atrevida e imprudentemente. Pero la fuerte corriente la arrastró al centro del río, y las compañeras desde la orilla le gritaban:
—¡No nos dejes compañera, vuelve y dinos cómo podremos beber agua sin peligro!
Pero la imprudente, arrastrada sin remedio alguno, tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:
—Ahora llevo un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo pueden hacerlo.

MORALEJA:
Por lo general, los fanfarrones siempre están al alcance del peligro.


LA ZORRA A LA QUE SE LE LLENÓ SU VIENTRE

Una zorra hambrienta encontró en el tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos pastores habían dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad, se los comió todos.
Pero tanto comió y se le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a gemir y a lamentarse del problema en que había caído.
Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo acaecido, le dijo:
—¡Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que estabas, entonces de seguro podrás salir fácilmente sin problema!

MORALEJA:
Con paciencia se resuelven muchas dificultades.


LA ZORRA Y EL ESPINO

Una zorra saltaba sobre unos montículos y estuvo de pronto a punto de caerse; para evitar la caída, se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas y sintiendo el dolor que ellas le producían, le dijo al espino:
—¡ Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has herido!
A lo que respondió el espino:
—¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte de mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!

MORALEJA:
Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.


LA ZORRA Y EL LEÑADOR

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió silenciosa, sin decirle nada al leñador.
El leñador le reprochó por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
—Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

MORALEJA:
No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.


LA ZORRA Y LA SERPIENTE

Se encontraba una higuera a la orilla de un camino, y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo y pensando en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.

MORALEJA:
No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.


LA ZORRA Y LOS RACIMOS DE UVAS

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus esfuerzos, se alejó diciéndose:
— ¡Ni me agradan, están tan verdes!

MORALEJA:
Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.


LA ZORRA Y EL COCODRILO

Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.
Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio.
— No es necesario que me lo digas —replicó la zorra—; las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.

MORALEJA:
Recuerda que lo que a simple vista se ve, no se puede ocultar con la mentira.


LA ZORRA Y LA PANTERA

Disputaban otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza.
La pantera alababa muy especialmente los especiales pintados de su piel.
Replicó entonces la zorra diciendo:
—¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!

MORALEJA:
Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.


LA ZORRA Y EL MONO CORONADO REY

En una junta de animales, bailó tan bonito el mono, que ganándose la simpatía de los espectadores, fue elegido rey.
Celosa la zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó allí al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente quien lo cogiera, ya que era una prerrogativa real.
El mono se acercó sin más reflexión, y quedó prensado en el cepo.
Entonces la zorra, a quien el mono acusaba de tenderle aquella trampa, repuso:
—¡Eres muy tonto, mono, y todavía pretendes reinar entre todos los animales!

MORALEJA:
No te lances a una empresa, si antes no has reflexionado sobre sus posibles éxitos o peligros.


LA ZORRA Y EL PERRO

Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:
—¿Qué estás haciendo?
—Le acaricio y juego con él —contestó con cara de inocencia.
—¡Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!

MORALEJA:
Al que no está preparado lo delatan sus actos. Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.


LA ZORRA Y EL MONO DISCUTEN SOBRE SU NOBLEZA

Viajaban juntos por esta tierra una zorra y un mono, comentando a la vez cada uno sobre su nobleza.
Mientras cada cual detallaba ampliamente sus títulos, llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar.
Preguntó la zorra que le ocurría, y el mono, mostrándole unas tumbas le dijo:
—¡Oh, cómo no voy a llorar cuando veo las lápidas funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados!
—¡Puedes mentir cuanto quieras —contestó la zorra—; pues ninguno de ellos se levantará para contradecirte!

MORALEJA:
Sé siempre honesto en tu vida. Nunca sabrás si el vecino que te escucha sabe la verdad y corroborará o desmentirá tus palabras.


LA ZORRA Y EL CHIVO EN EL POZO

Cayó una zorra en un profundo pozo, viéndose obligada a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.
Llegó más tarde al mismo pozo un chivo sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena. Ella, ocultando su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba.
Sin más pensarlo, saltó el chivo al pozo, y después de saciar su sed le preguntó a la zorra cómo harían para salir de allí.
Dijo entonces la zorra:
—Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación.
Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.
Le creyó el chivo y así lo hizo con gusto. La zorra trepó hábilmente por la espalda y los cuernos de su compañero y salió del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin cumplir con lo prometido.
Cuando el chivo le reclamó la violación de su convenio, se volvió la zorra y le dijo:
—¡Oye, socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!

MORALEJA:
Antes de comprometerte en algo, piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar en cuenta lo que te ofrezcan tus vecinos.


LA ZORRA CON EL RABO CORTADO

Una zorra, a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.
Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era un feo agregado, sino además una carga sin razón.
Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:
—Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora, ¿nos darías en realidad este consejo?

MORALEJA:
Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio y no por hacer realmente un bien.


LA ZORRA QUE NUNCA HABÍA VISTO UN LEÓN

Había una zorra que nunca había visto un león.
La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.

MORALEJA:
En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.


LA ZORRA Y LA CARETA VACÍA

Entró un día una zorra en la casa de un actor, y después de revisar sus utensilios, encontró entre muchas otras cosas una máscara artísticamente trabajada.
La tomó entre sus patas, la observó y se dijo:
—¡Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos.

MORALEJA:
No te llenes de apariencias vacías. Llénate mejor siempre de buen juicio.


LA ZORRA Y EL HOMBRE LABRADOR

Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños ocasionalmente.
Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego.
Pero un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre.
Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el labrador siguiendo a la raposa, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.

MORALEJA:
Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.


LA ZORRA Y EL CANGREJO DE MAR

Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa.
Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:
—¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme como si fuera de la tierra!

MORALEJA:
Si intentas entrar a terrenos desconocidos, toma primero las precauciones debidas, no vayas a ser derrotado por lo que no conoces.


LA ZORRA Y EL CUERVO HAMBRIENTO

Un flaco y hambriento cuervo se posó en una higuera, y viendo que los higos aún estaban verdes, se quedó en el sitio a esperar a que maduraran.
Vio una zorra al hambriento cuervo eternizado en la higuera y le preguntó qué hacía. Una vez que lo supo, le dijo:
—Haces muy mal perdiendo el tiempo confiado a una lejana esperanza; la esperanza se llena de bellas ilusiones, mas no de comida.

MORALEJA:
Si tienes una necesidad inmediata, de nada te servirá pensar satisfacerla con cosas inalcanzables.


LA ZORRA Y EL CUERVO GRITÓN

Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol.
Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne, empezó a halagar al cuervo, elogiando sus elegantes proporciones y su gran belleza, agregando además que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de las aves, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz.
El cuervo, para demostrarle a la zorra que no le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos.
La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne y le dijo:
—Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría realmente para ser el rey de las aves.

MORALEJA:
Cuando te adulen, es cuando con más razón debes cuidar de tus bienes.


LAS ZORRAS, LAS ÁGUILAS Y LAS LIEBRES

Cierto día las águilas se declararon en guerra contra las liebres.
Fueron entonces éstas a pedirle ayuda a las zorras. Pero ellas les contestaron:
—Las hubiéramos ayudado si no supiéramos quienes son ustedes y si tampoco supiéramos contra quienes luchan.

MORALEJA:
Antes de decidir unirte a una campaña, mide primero la capacidad de los posibles adversarios.


LA ZORRA Y LA LIEBRE

Dijo un día una liebre a una zorra:
—¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué te llaman la "ganadora"?
—Si quieres saberlo —contestó la zorra—, te invito a cenar conmigo.
Aceptó la liebre y la siguió; pero al llegar a casa de doña zorra vio que no había más cena que la misma liebre.
Entonces dijo la liebre:
—¡Al fin comprendo para mi desgracia de donde viene tu nombre: no es de tus trabajos, sino de tus engaños!

MORALEJA:
Nunca le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.


LA ZORRA, EL OSO Y EL LEÓN

Un león y un oso encontraron al mismo tiempo a un cervatillo, entonces se retaron en combate a ver cuál de los dos se quedaba con la presa.
Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre ellos.
Y tanto el oso como el león, agotados y sin fuerzas para levantarse, murmuraron:
—¡Desdichados nosotros! ¡Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo quedara para la zorra!

MORALEJA:
Por empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo.


LA ZORRA Y EL LEÓN ANCIANO

Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
—Claro que hubiera entrado —le dijo la zorra— si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que salga.

MORALEJA:
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro y así evitarás que te dañe.