EL LEÓN Y EL BOYERO
Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus que sacrificaría un cabrito en su honor si descubría quién se lo había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un león comiéndose al ternero.
Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
—¡Oh, grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte un cabrito si encontraba al ladrón; pero ahora te prometo sacrificar un toro si consigo no caer en las garras del ladrón!
MORALEJA:
Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez puede convertirse en el siguiente problema.
EL LEÓN Y LOS TRES BUEYES
Pastaban juntos siempre tres bueyes. Un león quería devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impedían hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo ponía en desventaja.
Entonces con astucia recurrió a enojarlos entre sí con pérfidas patrañas, separándolos a unos de los otros. Y así, al no estar ya unidos, los devoró tranquilamente, uno a uno.
MORALEJA:
Si permites que deshagan tu unidad con los tuyos, más fácil será que te dañen.
EL LEÓN Y EL MOSQUITO VOLADOR
Un mosquito se acercó a un león y le dijo:
—No te temo, y además, no eres más fuerte que yo. Si crees lo contrario, demuéstramelo.
¿Qué arañas con tus garras y muerdes con tus dientes? ¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón! Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a un combate.
Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.
El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña. Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba que él, que luchaba contra los más poderosos y vencía, fuese a perecer a manos de un insignificante animal, la araña.
MORALEJA:
No importa lo grandes que sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.
EL BUEN REY LEÓN
Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena criatura, que llegó a ser el rey.
La tímida liebre dijo entonces:
—He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes.
E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.
MORALEJA:
Cuando en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir tranquilos..., pero no deben atenerse.
EL LEÓN APRESADO POR EL LABRADOR
Entró un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo cogerlo, cerró la puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los carneros y luego a los bueyes.
Entonces el labrador, temiendo por su propia vida, abrió la puerta.
Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo:
—Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado de encerrar a una fiera que más bien debías de mantener alejada?
MORALEJA:
Si te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo contrario saldrás malherido de la contienda.
EL LEÓN ENAMORADO DE LA HIJA DEL LABRADOR
Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio.
Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba.
Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistir, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición: que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija.
El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes.
MORALEJA:
Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.
EL LEÓN Y LA LIEBRE
Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huida.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que también había huido para ponerse a salvo.
Entonces se dijo el león:
—Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.
MORALEJA:
Si tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando busques uno mayor, no abandones el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas realmente en tus manos el mayor.
EL LEÓN Y EL JABALÍ
Durante el verano, cuando con el calor aumenta la sed, acudieron a beber a una misma fuente un león y un jabalí.
Discutieron sobre quien debería sería el primero en beber, y de la discusión pasaron a una feroz lucha a muerte.
Pero, en un momento de descanso, vieron una nube de aves rapaces en espera de algún vencido para devorarlo.
Entonces, recapacitando, se dijeron:
— ¡Más vale que seamos amigos y no pasto de los buitres y cuervos!
MORALEJA:
Las luchas inútiles sólo sirven para enriquecer y alimentar a sus espectadores.
EL LEÓN Y EL DELFÍN
Paseaba un león por una playa y vio a un delfín asomar su cabeza fuera del agua.
Le propuso entonces una alianza:
—Nos conviene unirnos a ambos, siendo tú el rey de los animales del mar y yo el de los terrestres —le dijo.
Aceptó gustoso el delfín. Y el león, quien desde hacía tiempo se hallaba en guerra contra un loro salvaje, llamó al delfín a que le ayudara. Intentó el delfín salir del agua, mas no lo consiguió, por lo que el león lo acusó de traidor.
—¡No soy yo el culpable ni a quien debes acusar, sino a la Naturaleza —respondió el delfín—, porque ella es quien me hizo acuático y no me permite pasar a la tierra!
MORALEJA:
Cuando busques alianzas, fíjate que tus aliados estén en verdad capacitados de unirte a ti en lo pactado.
EL LEÓN, LA ZORRA Y EL LOBO
Cansado y viejo el rey león se quedó enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra, lo fueron a visitar. Aprovechando la ocasión de la visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo siguiente:
—Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por su salud.
En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:
—Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial servicio como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin?
—¿Y cuál es ese remedio?, dímelo inmediatamente. —Ordenó el león.
—Debes sacrificar a un lobo y ponerte su piel como abrigo —respondió la zorra.
Inmediatamente el lobo fue condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó:
—Al patrón no hay que llevarlo hacia el rencor, sino hacia la benevolencia.
MORALEJA:
Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.
EL LEÓN Y EL ASNO INGENUO
Se juntaron el león y el asno para cazar animales salvajes. El león utilizaba su fuerza y el asno las coces de sus pies. Una vez que acumularon cierto número de piezas, el león las dividió en tres partes y le dijo al asno:
—La primera me pertenece por ser el rey; la segunda también es mía por ser tu socio, y sobre la tercera, mejor te vas largando si no quieres que te vaya como a las presas.
MORALEJA:
Para que no te pase como al asno, cuando te asocies, hazlo con socios de igual poder que tú, no con otros todopoderosos.
EL LEÓN Y EL ASNO PRESUNTUOSO
De nuevo se hicieron amigos el ingenuo asno y el león para salir de caza. Llegaron a una cueva donde se refugiaban unas cabras monteses, y el león se quedó a guardar la salida, mientras el asno ingresaba a la cueva coceando y rebuznando, para hacer salir a las cabras.
Una vez terminada la acción, salió el asno de la cueva y le preguntó si no le había parecido excelente su actuación al haber luchado con tanta bravura para expulsar a las cabras.
—¡Oh sí, soberbia —repuso el león, que hasta yo mismo me hubiera asustado si no supiera de quién se trataba!
MORALEJA:
Si te alabas a ti mismo, serás simplemente objeto de la burla, sobre todo de los que mejor te conocen.
EL LEÓN Y EL RATÓN
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león se echó a reír y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y con sus afilados dientes empezó a roer la cuerda, dejándolo libre.
—Días atrás — le dijo —, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.
MORALEJA:
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.
EL LEÓN, LA ZORRA Y EL ASNO
El león, la zorra y el siempre ingenuo asno se asociaron para ir de caza.
Cuando ya tuvieron bastante, dijo el león al asno que repartiera entre los tres el botín. Hizo el asno tres partes iguales y le pidió al león que escogiera la suya. Indignado por haber hecho las tres partes iguales, saltó sobre él y lo devoró.
Entonces pidió a la zorra que fuera ella quien repartiera.
La zorra hizo un montón de casi todo, dejando en el otro grupo sólo unas piltrafas. Llamó al león para que escogiera de nuevo.
Al ver aquello, le preguntó el león que quién le había enseñado a repartir tan bien.
— ¡Pues el asno, señor, el asno!
MORALEJA:
Siempre es bueno no despreciar el error ajeno y aprender de él.
EL LEÓN Y EL TORO
Pensando el león como capturar un toro muy corpulento, decidió utilizar la astucia. Le dijo al toro que había sacrificado un carnero y que lo invitaba a compartirlo. Su plan era atacarlo cuando se hubiera echado junto a la mesa.
Llegó al sitio el toro, pero viendo sólo grandes fuentes y asadores y ni asomo de carnero, se largó sin decir una palabra.
Le reclamó el león que por qué se marchaba así, pues nada le había hecho.
— Sí que hay motivo —respondió el toro—, pues todos los preparativos que has hecho no son para el cuerpo de un carnero, sino para el de un toro.
MORALEJA:
Observa y analiza siempre con cuidado tu alrededor y así estarás mejor protegido de los peligros.
EL LEÓN Y EL CIERVO
Estaba un león muy furioso, rugiendo y gritando sin ninguna razón.
Lo vio un ciervo a prudente distancia y exclamó:
—¡Desdichados de nosotros, los demás animales del bosque, si cuando el león estaba sosegado nos era tan insoportable, ¿de qué no será capaz estando en la forma que está ahora?
MORALEJA:
Cuidémonos de no dar nunca poder a los irascibles y dañinos, pues si ya sin motivo nos dañan, más lo harán si por cualquier causa se sienten inconformes.
EL LEÓN, LA ZORRA Y EL RATÓN
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratoncillo se puso a correr sobre su cuerpo.
Se despertó el león, y se movió en todas direcciones buscando a ver quién era el intruso que le molestaba.
Lo observaba una zorra, y le criticó por creer que tenía miedo de un simple ratoncillo, siendo él todo un señor león.
— No es miedo del ratoncillo — dijo el león—, sino que me sorprendió que hubiera un animal que tuviera el valor de pisotear el cuerpo de un león dormido.
MORALEJA:
Nunca dejes de cuidarte hasta de las más pequeñas cosas, por ínfimas que sean.