LOS DOS PERROS
Un hombre tenía dos perros. Uno cazador y otro guardián. Cuando salía de cacería iba con el de caza, y al regresar le regalaba un pedazo de la presa al perro guardián. Descontento por esto el perro de caza lanzó a su compañero algunos reproches: que sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que el otro perro, sin hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.
El perro guardián le contestó:
—¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a trabajar, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno!
MORALEJA:
Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para afrontar tu futuro, y esfuérzate en aprenderlo correctamente.
LOS PERROS HAMBRIENTOS
Unos perros hambrientos vieron en el fondo de un arroyo unas pieles que estaban puestas para limpiarlas; pero debido al agua que se interponía no podían alcanzarlas, decidieron beberse primero el agua para así llegar fácilmente a las pieles.
Pero sucedió que de tanto beber y beber, reventaron antes de llegar a las pieles.
MORALEJA:
Ten siempre cuidado con los caminos rápidos, pues no siempre son los más seguros.
EL PERRO Y EL COCINERO
Preparó un hombre una cena en honor de uno de sus amigos y de sus familiares. Y su perro invitó también a otro perro amigo.
—Ven a cenar a mi casa conmigo —le dijo.
Y llegó el perro invitado lleno de alegría. Se detuvo a contemplar el gran festín, diciéndose a sí mismo:
—¡Qué suerte tan inesperada! Tendré comida para hartarme y no pasaré hambre por varios días.
Estando en estos pensamientos, meneaba el rabo como gran viejo amigo de confianza. Pero al verlo el cocinero moviéndose alegremente de allá para acá, lo cogió de las patas y sin pensarlo más, lo arrojó por la ventana.
El perro se volvió lanzando grandes alaridos, y encontrándose en el camino con otros perros, estos le preguntaron:
— ¿Cuánto has comido en la fiesta, amigo?
—De tanto beber, —contestó— tanto me he embriagado, que ya ni siquiera sé por dónde he salido.
MORALEJA:
No te confíes de la generosidad que otros prodigan con lo que no les pertenece.
EL PERRO DE PELEA Y LOS PERROS SENCILLOS
Un perro había sido muy bien alimentado en una casa y fue adiestrado para luchar contra las fieras.
Un día, al ver un gran número de ellas colocadas en fila, rompió el collar que le sujetaba y rápidamente echó a correr por las calles del pueblo. Lo vieron pasar otros perros, y viendo que era fuerte como un toro, le preguntaron:
—¿Por qué corres de esa manera?
—Sé que vivo en la abundancia, sin hambres, con mi estómago siempre satisfecho, pero también siempre estoy cerca de la muerte combatiendo a esos osos y leones —respondió.
Entonces los otros perros comentaron:
—Nuestra vida es en verdad pobre, pero más bella, sin tener que pensar en combatir con leones ni osos.
MORALEJA:
Las grandes ganancias, siempre van acompañadas de grandes riesgos.
EL PERRO, EL GALLO Y LA ZORRA
Cierta vez un perro y un gallo se unieron en sociedad para recorrer el mundo. Llegada una noche, el gallo subió a un árbol y el perro se recostó al pie del tronco.
Y como era su costumbre, cantó el gallo antes del amanecer.
Oyó su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le rogó que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita voz.
Le replicó entonces el gallo que por favor, primero despertara al portero que estaba durmiendo al pie del árbol.
Y entonces el perro, cuando la zorra buscaba como establecer conversación con el portero, le saltó encima descuartizándola.
MORALEJA:
Es inteligente actitud, cuando encontramos un enemigo poderoso, encaminarlo a que busque a otros más fuertes que nosotros.
EL PERRO Y LA ALMEJA
Un perro de esos acostumbrados a comer huevos, al ver una almeja, no lo pensó dos veces, y creyendo que se trataba de un huevo, se la tragó inmediatamente. Desgarradas luego sus entrañas, se sintió muy mal y se dijo:
— Bien merecido lo tengo, por creer que todo lo que veo redondo son huevos.
MORALEJA:
Nunca tomes un asunto sin antes reflexionar, para no entrar luego en extrañas dificultades.
EL PERRO Y LA LIEBRE
Un perro de caza atrapó un día a una liebre, y a ratos la mordía y a ratos le lamía el hocico. Cansada la liebre de esa cambiante actitud le dijo:
—¡Deja ya de morderme o de besarme, para saber yo si eres mi amigo o si eres mi enemigo!
MORALEJA:
Sé siempre consistente en tus principios.
EL PERRO Y SU REFLEJO EN EL RÍO
Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne.
Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo.
Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre.
Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.
MORALEJA:
Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo.
EL PERRO Y EL CARNICERO
Penetró un perro en una carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogió un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero, y viéndole huir, y sin poder hacer ya nada, exclamó:
—¡Oye amigo! allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte!
MORALEJA:
No esperes a que suceda un accidente para pensar en cómo evitarlo.
EL PERRO CON CAMPANILLA
Había un perro que acostumbraba morder sin razón.
Le puso su amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:
—¿De qué presumes tanto, amigo? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu maldad oculta.
MORALEJA:
Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos.
EL PERRO QUE PERSEGUÍA AL LEÓN
Un perro de caza se encontró con un león y partió en su persecución. Pero el león se volvió rugiendo, y el perro, todo atemorizado, retrocedió rápidamente por el mismo camino. Le vio una zorra y le dijo:
—¡Perro infeliz! ¡Primero perseguías al león y ya ni siquiera soportas sus rugidos!
MORALEJA:
Cuando entres a una empresa, mantente siempre listo a afrontar imprevistos que no te imaginabas.
EL PERRO Y LA CORNEJA
Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
—¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Entonces replicó la corneja:
—Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien su indisposición conmigo y deseo su reconciliación.
MORALEJA:
Si deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor intensidad.