EL ANTIGUO CONSEJO (Taisen Deshimaru)
Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que
trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le
dijo:
- ¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo!
- ¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre -
¡Veamos que trae el tiempo!
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de una
yegua.
-¡Padre, qué suerte! -exclamó esta vez el muchacho -
Nuestro caballo ha traído una yegua.
- ¿Por qué le llamas suerte?
- repuso el padre - Veamos
qué nos trae el tiempo.
En unos cuantos días más,
el muchacho quiso montar la
yegua, y ésta, no acostumbrada
al jinete, se encabritó
y lo arrojó al suelo. El
muchacho se quebró una
pierna.
- ¡Padre, qué desgracia! -
exclamó ahora el muchacho-.
¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y
sabiduría, sentenció:
- ¿Por qué le llamas desgracia? ¡Veamos
lo que trae el tiempo!
El muchacho no se convencía sino que
gimoteaba en su cama.
Pocos días después pasaron por la
aldea los enviados del rey para movilizar
a los jóvenes y llevárselos a la guerra.
Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven
con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
Al poco tiempo estalló la guerra y la mayor parte de los
jóvenes murieron en el campo de batalla y solo se salvó el
joven campesino debido a su cojera.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la
desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre
hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o
bueno.
La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida
da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo
malo se hace bueno, y lo bueno, malo.